martes, 12 de enero de 2016

Rebajas, ¡qué chasco!
Transcurría la mitad del mes de diciembre del recién acabado año 2015, cuando me doy cuenta de que mis zapatillas estaban rotas, que fastidio.  Pero al mal tiempo buena cara, me encamino hacia una gran superficie a elegir unas nuevas zapatillas, después de un largo rato viendo modelos de zapatillas me decido por unas de una conocida marca de ropa deportiva. Al mirar el precio me llevo el segundo susto del día, el precio. No es lo que yo puedo gastarme en este momento, es decir mi presupuesto para calzado es bastante inferior.  De pronto recuerdo que en poco más de veinte días comenzarán las rebajas, y con suerte pueden que las rebajen más del cincuenta por ciento, con lo cual mi problema, quedaría resuelto y podría adquirir las mencionadas zapatillas.
Le comento el caso a mi familia que me cuenta a su vez una anécdota de unas rebajas, pero yo no les hice mucho caso y disidí esperar.

Llegaron  las anheladas rebajas, de nuevo pongo rumbo al centro comercial y sin distracción ninguna llego al departamento de deportes,  nueva sorpresa, las zapatillas elegidas tiene un cartel que pone “Nueva Temporada” y por tanto no están rebajadas. Ahora sí  que recuerdo la anécdota que me contó mi familia sobre un caso similar hace unos años con una camisa.
Por supuesto las zapatillas todavía no las he comprado, pero le he dado vueltas a la cabeza, es decir he pensado mucho sobre el caso.

Entiendo que las rebajas son campañas de los comerciantes para vaciar sus almacenes y dar entrada a productos nuevos, para la siguiente temporada, dado que las rebajas se dan justo en el cambio de las mismas. De otra forma esos productos quedarían en el almacén ocupando sitio y seguramente acabarían siendo un estorbo y un gran perdida económica dada lo cambiante de la moda (lo que este año es moda el siguiente es antiguo). Incluso en este periodo y según las estadísticas se factura en torno al veinticinco por ciento del total de ventas anuales, si unimos estas a las del verano representan en tres meses la mitad de las ventas anuales.

Por otra parte la reflexión me lleva a pensar que aunque los almacenes deben quedar vacios para la nueva temporada, los comerciantes, que tontos no son, no creo que vendan productos por debajo del precio de coste, al menos pienso que los sacarán por su precio de coste. Contando con que hay artículos que se nos anuncian con un descuento del setenta por ciento, me planteo una serie de preguntas ¿Cuáles son los márgenes  de beneficios reales en los productos?, ¿serán estos productos de otras temporadas y por tanto están deseosos de quitarlos del almacén? ¿Qué pasa con esos productos como mis pretendidas zapatillas que no rebajan y además ponen “Nueva Temporada”?, ¿hay productos pensados solo para las rebajas? …

Los controles a los que se somete al comercio por el gobierno y la vigilancia de las asociaciones de consumidores me hacen pensar que algunas de esas preguntas no deberían tener cabida en este tema.

Llego a la conclusión de que a las rebajas como a cualquier otra campaña comercial de cualquier centro comercial hay que ir con las ideas muy claras y un presupuesto de gasto ajustado y no caer en lo atractivo de los descuentos, cuando a veces esos productos no lo necesitamos. Y tener la conciencia de que hay productos que no se van a rebajar porque de alguna manera son básicos y se van a vender siempre bien. De tal forma que no volquemos nuestros deseos de pagar menos cuando lleguen las rebajas pues nos podemos encontrar con un chasco igual al mío.

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